Adela en el espejo. Sinópsis: El paso del tiempo, la rutina y el abatimiento repercuten en la desilusión de Adela. El espejo la encuentra dando vueltas y la contradicción se manifiesta a partir de un reflejo que no obedece linealmente a imposición de lo que ella quería ser; un reflejo que rompe con las secuencias establecidas, se escabulle en los intersticios y desde las sombras desafía, increpa y provoca transportando a Adela fuera de su ámbito lógico y cotidiano.
Las miradas y el intercambio que se produce entre ambos derivan en la propia redefinición identitaria: ella se define objetivamente de una manera pero es la interacción con su reflejo la que la enfrenta a la molestia de un conflicto. Un conflicto que la sitúa en otro lugar. La interacción entre Adela y su reflejo deriva en la invención de otro mundo posible. Actúan: Walter Artigas, Marina Licciardo. Dirección: Agustina Serena
Viernes 4 y sábado 5/21.30hs/ $25/CCM Pasaje Dardo Rocha 50 (6 y 7) 2º Piso Sala A
Ríos de Soledad. Sinopsis: Adela, La Novia y Yerma, tres mujeres que enfrentan sus destinos y se niegan a seguirlos con sus deseos más profundos como única arma, que las llevará por el camino del dolor más desgarrado. Tres deseos que aún hoy son fundamentales dentro del mundo femenino, el amor del hombre, los hijos, la libertad de elegir…
El hombre como figura desencadenante de sus deseos frustrados y como protagonista un tanto ausente de los deseos de esas almas femeninas, que se trasuntan en cuerpos lastimados por la angustia de reconocer que no podrán.
Ríos de Soledad bucea en el alma de cada una de ellas descubriendo el “alma femenina” a partir de los personajes magistrales de Federico García Lorca.
Domingo 6/20:30hs/ $25/CCM Pasaje Dardo Rocha 50 (6 y 7) 2º Piso. Sala A
La lengua cosida. Sinopsis: Una mujer de mediana edad encerrada en un baño. Habla compulsivamente, a borbotones evaluando las palabras devaluadas, cuestionando el discurso vacuo de políticos y figuras publicas, sus frases echas, sus muletillas: “A ver”, “Digamos…” ”Bueno, nada.” Esa mediocridad la pone frenética.
Visitación, que así se llama el personaje, recuerda con nostalgia la saludable práctica de la conversación de la sobremesa de su infancia. Los proverbios, las adivinanzas, los trabalenguas, los juegos de niños, de un mundo sin redes sociales, sin celulares, con más tiempo para perder sin culpa.
Sin embargo a Visitación le cuesta hablar. Esta tensa, contracturada, nerviosa. Tiene problemas cervicales. Hay algo que la ahoga, un nudo en la garganta, una opresión en el pecho, una angustia que la acosa y le impide relajarse. Desde chica se cortó la lengua y se la tuvieron que coser, hecho que la obligo a permanecer callada y desarrollar la comunicación a través de la escritura. Y esa lengua cosida, esa boca cerrada, se re-actualiza en una situación traumática que le toca vivir hoy, un ataque sexual aberrante que la llena de bronca, asco, miedo, impotencia, dolor.
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